Las montañas peladas, los trozos de troncos, el trance barato reventando los celulares. Estos son los paisajes que definen ahora las areas tibetanas, gracias al famoso tren de Beijing a Lhasa.
Pero esta no es la única versión de los hechos. El gobierno chino le encanta esparcir la narrativa de que está llevando la “civilización” a las minorías (y ni que fuera nuevo el concepto).
Esta, por ejemplo, es una de las imagenes de una presentación de Power Point que recibí hace poco, junto con su pie de foto.

Yaks pastando pacíficamente mientras el tren pasa a toda velocidad.

“De acuerdo con mi guía tibetano de turismo, cuando estuve en Lhasa, me dijo que la economía del Tíbet nunca había sido suficiente para proporcionar un nivel razonablemente suficiente. Cada año, el Tíbet sufría de una insuficiencia presupuestal grave y por ello solicitaba un fuerte subsidio con fondos federales. Gracias al proyecto, el desarrollo y la prosperidad han llegado finalmente a estas lejanas tierras. Ya se pueden ver kilómetros y kilómetros de impresionantes carreteras, puentes, ferrocarriles y otras obras de infraestructura.”
En junio del 2011, viajé con unos amigos por la provincia de Sichuan, donde se encuentran muchas tribus tibetanas. Conocimos muchos tibetanos a los que no les gusta para nada ese tren porque ellos vivian muy bien y muy tranquilos sin que se les metiera la “civilización” y el desarrollo a la casa. “Desarrollo” en este caso significa tienduchas llenas de cachivaches estilo San Andresito donde antes había monasterios. Significa basura, gasto empedernido e innecesario, música electrónica basura en bares baratos, prostitución y alcoholismo donde antes había sociedades nomadas, su estilo de vida desde hace miles de años.
De cierta manera, y esto ni siquiera es mío, el gobierno chino instaló estos trenes para llevar chinos de la etnia Han — que son la mayoria, los del gobierno y las ciudades grandes como Beijing o Shanghai — a estos lugares donde viven las minorías, y así después poder reclamar que son mayoría en esas areas, y poder cambiar las leyes y las costumbres y las tradiciones unilateralmente y virtualmente sin oposición.
De todas maneras China sigue siendo un sistema de un solo partido, y esta hegemonía Han amante de lo occidental y del “progreso” no tiene chance de ser detenida a tiempo.

Las vistas son hermosas pero no lo serán por mucho tiempo, ya que el tren también está para transportar madera, materiales de construcción y agua desde el Tibet hasta las costas del este, donde está la “civilización”, donde los recursos ya son escasos y la demanda no cesa.